LO MEJOR DE NOSOTROS

LO MEJOR DE NOSOTROS
Por
Mario Góngora H.

La principal ley en la vida es alejarnos de todo aquello que nos puede dañar. Lo único que saben bien nuestros hijos, lo saben por haber hecho lo contrario de lo que les aconsejamos. Y así, lo peor que recordamos, es lo que aprendimos de la misma manera.

Los mejores sermones que escuchamos no se oyen en los templos, sino se ven en la conducta de las personas.

No aprendemos el sentido común en la escuela, sino en la casa, en nuestro trabajo, en las calles, en la sociedad y en todas las experiencias que tenemos. Podríamos decir que la filosofía es el arte de sacar provecho cada uno, de su propia experiencia, cosas que no se obtienen en la escuela, sino en la vida.

El mejor consejo y el mejor sermón nos lo da el corazón; el tiempo es nuestro mejor maestro, y el mejor libro de texto es la vida. La ciencia, la filosofía, la política y la religión no pueden ni por un instante ignorar el pasado.

En la fórmula del éxito personal, el principal ingrediente es el carácter. Antes de alcanzar el éxito en cualquier cosa, primeramente tenemos que alcanzarlo como seres humanos.

Para dar lo mejor de nosotros mismos tenemos que caer en cuenta que en la vida existen dos opciones principales: la auto disciplina; o el arrepentimiento. Alguien dijo que “no vive lo mismo la persona que se enfrenta al mundo con la intención de sacar lo mejor de sí misma que la que, consciente o inconscientemente, decide ser víctima de las circunstancias y de los demás”. “Mucha gente no sabe qué es lo mejor que tienen ni qué podrían ofrecer de sí mismos. La verdad es que nos acostumbramos tanto a satisfacer las expectativas de los demás, de la sociedad, de lo que, suponemos que está bien o está mal, de lo que es aceptado o políticamente correcto, que nos hemos anulado y no vemos nuestras propias cualidades” (Encarna).

No estamos muertos todavía; sanemos nuestras heridas, emocionales principalmente, y emprendamos la gesta para hacernos mejores continuamente. Es una labor de constancia diaria. Es importante recordar que cuando damos lo mejor de nosotros mismos, tarde o temprano, no únicamente el bien se aloja en nosotros, sino que entre más damos más se regresa. Somos un espejo del alma. ¿Cómo debemos vivir, enseñar y servir, y qué debemos hacer para llegar a ser lo mejor de nosotros mismos?

Lo principal al dar lo mejor de nosotros es que además, podemos ser auténticos y eso aporta bienestar; las personas que nos aceptan, lo están haciendo por lo que somos de verdad, porque quien intenta quedar bien con todo mundo y darle gusto a todos, tarde o temprano tendrá que dejar de aparentar lo que no es. Estaríamos reprimiendo una parte de nosotros y nos convertiríamos en esclavos de los demás. En cambio, ser aceptado siendo uno mismo provoca una gran liberación.