LA GENTE MÁS SANA Y FELIZ

LA GENTE MÁS SANA Y FELIZ

Por

Mario Góngora H.

 

No es ninguna sorpresa que la gente más sana y feliz es la que trabaja hoy y todos los días.

 

La flojera, el no hacer nada, es lo peor que una persona puede hacer, pues tiene como consecuencia la pobreza y la miseria, así como el deterioro físico y la enfermedad. No hacer nada es fuente de muchas de las malas acciones y problemas que enfrenta nuestra cultura, nuestra sociedad. Y retirarse del trabajo es una invitación a morir prematuramente.

 

El hombre necesita tanto del trabajo mental, así como de la actividad física. Nuestro cerebro y nuestra mente claman por actividad, ya sea de solo pensar, decidir, comparar, crear y lograr. Al no dársele esta oportunidad, buscará con qué reemplazar estas funciones y  frecuentemente orilla a algunas personas al dinero fácil, ya sea delinquiendo en las formas tradicionales que ya todos conocemos, o ingresando al mundo político donde en muchos casos, es garantía de riqueza inmediata.

 

El cuerpo nos pide también algo de trabajo, y cuando no se lo damos en forma de ejercicio, sufrimos de diversas enfermedades físicas y mentales-emocionales-sentimentales, como la depresión, la cual deprime nuestro sistema inmunológico, lo cual a su vez nos lleva también al deterioro físico. Muchos patrones de pensamiento negativos generan enfermedades específicas, las cuales pueden evitarse con solo cambiar la forma de pensar. El mantenernos ocupados es una fórmula que nunca falla, sobre todo en cosas que nos guste hacer. Una nación en la que sus ciudadanos amen su trabajo es una nación que no tiene nada que temer. No podemos estar contentos, sanos y felices si no existe ocupación.

 

El mundo, al igual que el universo, se encuentra de tal forma regulado por las leyes de la naturaleza y la física, que el trabajo del hombre bien orientado es siempre suficiente para darle, además de lo necesario para la vida, algunas cosas superfluas y las básicas, como el recreo y el descanso.

 

Quien cae en la indolencia y la flojera participa en traerle al país los sufrimientos correspondientes, como la miseria, la degradación, y la delincuencia.

 

El que ama su trabajo, además de ser feliz y mantenerse sano, la pasa mejor que el holgazán y que aquél que solo trabaja por su salario o su sueldo y que procura producir lo menos posible. No se vale trabajar a medias. En toda actividad, se hace necesaria una entrega total, absoluta de nuestra parte. No podemos hacer como que trabajamos. Si esperamos un aumento de ingresos para entonces trabajar más, podemos estar seguros que jamás sucederá.

 

Hay un dicho que afirma que “hay más gentes torcidas por huir del trabajo, que encorvadas por trabajar”. Muchas veces aquello que llamamos “mala suerte”, es consecuencia de la flojera y gastar más de lo que ganamos. Las oportunidades del futuro se reservan al mérito; al industrioso, al trabajador que trabaja con gusto. El mundo nunca se ocupará de aquellos que no se ocupan de su propio mundo.