¿DESDE DÓNDE OBSERVAMOS?

¿DESDE DÓNDE OBSERVAMOS?

Por

Mario Góngora H.

Está por terminarse un año más. ¿Fue este el año del que tanto esperábamos en su inicio?

Si se encuentran dos personas en una casa, uno, asomándose por una ventana puede ver las estrellas y los días de sol, y otro, asomándose en otra, puede ver el lodo, la lluvia y la tormenta. Todo depende desde donde ha escogido cada uno dirigir su vista.

Ha habido guerras, inundaciones y terremotos, y sin embargo la población, y la prosperidad pueden seguir adelante si nuestros temores, nuestros lamentos y la lástima que nos tenemos los consideramos innecesarios. Fuera de la gran inundación del diluvio universal, si realmente ocurrió, ninguna cosa ha sido tan mala como se dice.

Muchos nos previenen; nos dicen que la sociedad, el país y el mundo van derecho al abismo y muchos otros, por creer que esto es verdad, se abandonan y sufren por este motivo.

Otros más, víctimas de la pobreza se hacen pasar como víctimas de los malos tiempos y malos gobiernos. ¿Desde dónde observamos la crisis? Resulta que los malos tiempos no son muy diferentes de los buenos. La gente innovadora, capaz, trabajadora y entusiasta tiene que pasarla bien en los tiempos de las llamadas “crisis económicas”, siendo que esta es como una válvula de escape, un aviso que hay una disipación de que hemos producido poco y que hemos malgastado nuestros recursos, pues apenas generamos prosperidad la acompañamos de cierta extravagancia en el vivir. Y es correcto poder consumir más y hasta darnos algunos gustos cuando se tiene más con qué pagarlo, pero antes de querer tener una abundancia en comodidades, debemos producir una abundancia de fondos.

Está bien en desear tener más, si estamos dispuestos a trabajar más, y economizar más. El mayor gasto es permisible cuando está acompañado con mayor capacidad de pago.

El sendero de la vida no tiene que ser exactamente el del sufrimiento. Efectivamente, la miseria es una degradación del espíritu, acarreada por la marginación y no necesariamente por las situaciones reales de la vida. Todo depende desde donde observamos nuestro trayecto por este mundo.

Y sí, efectivamente nacimos y vivimos en un mundo extremadamente material y nos sujetamos a sus reglas, y si las cosas no nos llegan como las esperamos, es que no hemos tomado el camino adecuado.

Tenemos que reconocer que nuestro carácter es lo que realmente cuenta en la vida. Sin él, los conocimientos nada valen, y si deseamos algo con la suficiente energía y determinación, de tal forma que nada más nos importe, podremos observar desde la ventana de las posibilidades, y obtener o conseguir lo que realmente deseamos.