EL PEOR FRACASO

Por
Mario Góngora H.

Probablemente el peor fracaso que un hombre pudiera tener es no intentar de nuevo aquello en lo que no tuvo éxito.

Muchas de las tristezas, depresiones y arrepentimientos a través de los años, han ocurrido porque nos ha faltado la voluntad para hacer un nuevo esfuerzo. Y esta falta de voluntad se debe a que pensamos que nuestros errores temporales son fracasos definitivos. Sin embargo, cometer errores y fallar, es algo tan humano como tener sentimientos. Si fuéramos todos perfectos ni las computadoras tendrían la tecla de ‘suprimir’.

Si hemos tenido muchos errores a través de los años, los cuales hemos confundidos con fracasos, tendremos que borrarlos para probar de nuevo. A nadie se le debe llamar ‘fracasado’ por el simple hecho de haber fallado en algunos de sus intentos. Si analizamos la historia, concluimos que los que en un momento fracasaron, pero persistieron, al poco tiempo pudieron alcanzar grandes éxitos. El verdadero fracaso está no hacer un nuevo intento.

Si todos aquellos que andan en caminos equivocados, dedicándose a envenenar, estafar o robar al prójimo, probaran las mieles del éxito derivado de la constancia y perseverancia en un trabajo lícito, estoy seguro, caerían en el más intenso y profundo arrepentimiento por no haberlo intentado antes.

Nadie puede llamarse fracasado por no tener dinero, ni por haber fallado. Los grandes hombres honrados de hoy tuvieron muchos errores y muchas fallas. Por un momento llegaron a creer que el ser grandes y de éxito era el resultado de la buena suerte, y tuvieron miedo de intentar cosas nuevas, pero a pesar de ello, hicieron su primer intento, vieron que aquello no era tan difícil, dominaron su temor, y luchando solos demostraron sabiduría y dedicación. Y estos hombres y mujeres lograron sus objetivos con los mismos dones que todos poseemos.

Todos rieron cuando Alexander Graham Bell dijo que había inventado un aparato por el que podían hablar dos personas encontrándose a gran distancia una de la otra. Nadie lo quiso financiar, pues había inventado “un ingenioso juguete sin aplicación práctica alguna”. Sin embargo, su paciencia y tenacidad lo llevaron lograr uno de los inventos que más ha contribuido a la comunicación hasta nuestros tiempos.

“Fracasar” no es el resultado de no lograr algo, sino un consentimiento voluntario, una decisión personal de no seguir adelante. Si cada vez que tropezamos nos quedáramos en el suelo, no habría por dónde caminar.

El cometer errores y fracasar es algo de todos nosotros y de todos los días, pero el verdadero mérito es evaluar y determinar cómo sacar una utilidad, un aprendizaje de cada tropiezo. Solo la batalla que no pensamos ganar, es la que ya hemos perdido.