Por
Mario Góngora H.
Dentro de cada persona se encuentran el triunfo y la derrota. Y estos son tiempos de demostrar no únicamente, qué somos, sino quienes somos.
Muchas veces nos comportamos como la langosta, que cuando es arrastrada y dejada abandonada entre las rocas, no tiene ni la fuerza ni el deseo suficiente para volver al mar. Espera que otra ola vaya hacia ella, y si esto no sucede, la langosta se queda en donde está y muere. Y así nuestra nación parece estar llena de langostas que en lugar de poner en acción sus deseos y energías, esperan que la ola de la fortuna los venga a poner a flote.
Muchas veces para tener valor para hacer algo que no nos atrevemos, solo basta actuar “como si” lo tuviéramos y pronto el valor se da en nosotros. Si deseamos optimismo, fuerza de voluntad y concentración, solo modelemos a los que sí las tienen.
Entre el triunfo y la derrota está en la diferencia entre dos tipos de hombres: los fuertes y los débiles, los capaces y los incapaces, los trabajadores y los perezosos. El triunfo de los fuertes, los capaces y los trabajadores está en cómo éstos cambian sus razones, sus gustos y sus pasiones a voluntad, mientras que los débiles, los incapaces y los perezosos, son impotentes para resistir las tentaciones y las pasiones; todo aquello que provoca acciones negativas.
Existen pocas cosas en el mundo como la capacidad de una persona de destruir en sí mismo las inclinaciones negativas, y la de generar acciones positivas. Se puede decir que el secreto es sencillo. Se trata de crear un buen hábito, repitiendo una acción varias veces, para que induzca el deseo de repetirla automáticamente después. Rechazando un deseo perjudicial varias veces, se puede llegar a eliminar. Este es el camino a la grandeza, es la diferencia entre el triunfo y la derrota.
El hombre es lo que piensa, por lo que cambiarse a sí mismo es posible. Se puede cambiar de vida y hasta de circunstancias, con solo cambiar de pensamientos.
Es cierto que debemos ser modestos en nuestra vida. A veces no es fácil serlo, sin embargo, si nos ponemos a esperar nuestro turno para lograr algo, alguien más se anticipará, porque omitimos mostrarnos con la suficiente autoestima para generar confianza en nosotros mismos.
Para triunfar sobre las derrotas, debemos saber que lo que hace grande a un hombre son sus cualidades y no sus conocimientos. La desconfianza en uno mismo es la causa de la mayor parte de los fracasos. “En la seguridad de la fuerza, está la fuerza, y los más débiles son aquellos que no tienen confianza en ellos mismos ni en su fuerza.”
Lo que otros piensen de nosotros no importa, es la falta de confianza en uno mismo lo que trae la derrota.
