LA PAZ

Por
Mario Góngora H.

En la nación todos quieren paz, pero pocos saben lo que realmente significa.

Todos decimos que amamos la paz, pero la paz necesaria no se logra frenando la matanza entre cárteles. Amemos la paz, pero no una paz floja y perezosa, sino la que hace que el campo produzca, la que hace que las industrias crezcan, la que desarrolla el comercio lícito y sobre todo la que crea una buena voluntad entre los hombres. La que no provoca el odio de clases.

No nos referimos a esa paz tímida que ni se mueve ni produce, sino la que se funda en la fe de una ciudadanía realmente patriota, fuera de los estadios de fútbol. Tampoco una paz estacionaria, sino aquella que le da forma a nuestros sueños. La que cuenta con el honor y la integridad del ciudadano. Aquella paz que está abierta a las más nobles manifestaciones del alma del hombre.

La mejor paz es la que se gana luchando. La calma que sigue a la tormenta en la mejor calma, así como el mejor bienestar es el que sigue cuando cesa un dolor.

Una condición para la paz es la rectitud, la cual es una victoria constante que no se celebra con fiestas, borracheras y gritos, sino por esa serenidad que da una alegría constante.

Sabemos que estamos en paz cuando estamos contentos de vivir, cuando nos hemos dado la oportunidad de amar, de trabajar, de estudiar, de aprender. Cuando estamos contentos con lo que tenemos, sin que esto signifique no tener una ambición racional. Cuando hemos sabido desterrar la falsedad, la bajeza y la envidia.

“Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible” (Mahatma Gandhi). Todo lo que hacemos, bueno o malo, tarde o temprano se nos regresa. Mas vale hacer el bien para desterrar el mal de nuestra vida.

Nadie puede obtener paz a través de la riqueza o el poder. Todos necesitamos unidad entre pensamiento, palabra y acción. La congruencia también es un elemento necesario en la paz.

Todos debemos esforzarnos por desarrollar la paz interna individualmente, solo así el mundo entero tendrá paz. No cedamos a ningún tipo de temor o ansiedad; intentemos desarrollar amor. El odio engendra muerte física y espiritual, tratemos de eliminar los sentimientos de odio. Con amor el país y el mundo prosperarán. Y quizá uno de los principales elementos para evitar el odio y las envidias es el desapego de lo material. Con esto se nos facilita más llegar al amor.

El hombre anda por todo el mundo en busca de paz, pero al igual que la felicidad, no se da cuenta que está dentro de cada uno de nosotros