UN CRIMEN SIN PRECEDENTE

(Siendo víctima el señor Genaro Góngora)
SEGUNDA PARTE

Por Mario Góngora H.
El día del asesinato de Genaro, Ramiro Rodríguez, (tiempo después llamado “Don Ramiro”) esposo de la asesina, tomó un taxi para informar a los autores intelectuales que la encomienda estaba cumplida. El taxi lo dejó en la calle Aldama número 702, donde los autores intelectuales esperaban. Su llegada fue vista por el Sr. Romualdo Pérez Rascón, quien desempeñaba labores de limpieza esa tarde en la tienda de Genaro “El Niágara”, especializada en dulcería, pastelería y juguetes en la calle Aldama y 7ª, donde se ubica ahora Ópticas Franklin, precisamente frente a la dirección donde entró el esposo de la homicida.

Fue el lunes 21 de septiembre de 1925 que fue presentada la asesina material Natalia Torres de Rodríguez ante las autoridades por el más connotado, famoso y caro penalista de la ciudad, Alberto López Hermosa, donde declaró aleccionada por el abogado, que “no era su intención matar al desaparecido, y que nunca creyó hacer tal cosa, que lo que se efectuó, fue en un momento de inconciencia en que se encontró…refiere que algunas veces había recibido insultos del occiso, y que el día de los hechos había estado picando hielo en el puesto que tienen ella y su esposo en la avenida Morelos ahora (H. Colegio Militar), cerca del establecimiento del Sr. Góngora, en el barrio del Sto. Niño y que ofreciéndose ir a comprar azúcar para los refrescos que venden, se dirigía a la tienda “La Victoria” (propiedad de Genaro), llevándose inconscientemente el pica-hielo que había estado usando, y al llegar justo al señor Góngora, éste le empezó a dirigir algunos insultos graves, pero ella ni hizo caso y llego a la tienda, que al salir de la misma, el extinto le dijo las mismas palabras muy cerca de ella, lo que la enardeció en extremo y no pudo soportar el coraje, por lo que pretendió darle un golpe con el pica-hielo, sin intenciones de causarle la muerte.” Es importante mencionar que la oficina del penalista Alberto Pérez Hermosa estaba ubicada precisamente en la calle Aldama número 702…

Cabe hacer notar que Genaro les dio a los señores Rodríguez techo, comida y trabajo cuando llegaron desamparados a Chihuahua, aparentemente procedentes de Cd. Camargo. Sin embargo, al poco tiempo, al descubrir que lo estaban robando, los despidió.

Este incidente fue hábilmente aprovechado por los autores intelectuales, quienes a través de la pareja y a sabiendas de las “dificultades” que habían tenido con Genaro, les consiguieron un lugar cercano a la futura víctima (contra esquina) donde se enteraban de cada uno de sus movimientos. La pareja, después del asesinato, recibió suficiente capital para que pronto construyeran y abrieran la Farmacia del Socorro, precisamente en el mismo lugar del puesto de aguas.

Conocidos de la pareja, comentaban hace años, que el contratado para el crimen había sido Ramiro, pero que no tuvo el valor de hacerlo, pero que ante el compromiso que tenían con “gente importante” y el dinero prometido, fue “Doña” Natalia la que había tomado la decisión de ser ella la que lo hiciera.

Unos meses antes del crimen, Ramiro Rodríguez fue visto en el llamado Salón Verde Esquina de Hidalgo y Av. del Ferrocarril, ahora Av. de las Industrias, en compañía de los tres autores intelectuales, cuyas historias conoceremos en la siguiente contribución. (Continuará).