Por
Mario Góngora H.
Existen dos cosas para salvar al país de la corrupción, el nepotismo, el favoritismo, la prepotencia y la impunidad, y estas son el amor y el trabajo.
Amar es algo fuera del dinero y del poder. El amor es el primer paso para alcanzar el éxito y la felicidad, pues el amor es constructivo. Entre mas amor entregado, mayor felicidad. Se puede iniciar llevando siempre una palabra de bondad en los labios y una tranquila alegría en el corazón. No es difícil, y lo primero que encontramos es en que nuestro viaje por este mundo será más placentero.
Cuando la bondad es bien entendida, resultante de una apreciación justa del alma humana, se traduce en amor y tolerancia sobre todo para los débiles, los ancianos, los niños y los pobres, sobre todo cuando se expresa sin ostentación y sin buscar recompensa o remuneración. La bondad es una muestra atinada de moral, cultura y espiritualidad del que la otorga.
La mayor parte de la gente podrá concluir al paso de los años, que aquello que nos ha dado las más grandes satisfacciones fue aquello que hicimos por alguien sin esperar pago o compensación. Muchos filósofos han concluido que mejor queremos a aquellos a quienes favorecemos que a los que nos favorecieron. Los únicos que pudieran diferir de este pensamiento serían los políticos.
Como regla podemos siempre tener algunas palabras de bondad, de reconocimiento y de alabanza para aquellos que se lo merezcan. Una sonrisa, un saludo pueden renovar una nueva fe; el devolver una esperanza.
Hacer algo bueno por alguien es el mejor medio de plantar cultivar y cosechar la felicidad. Al ver un semejante en problemas vayamos hacia él y démosle consuelo y aliento, no importa cómo vista; no importan sus aromas desagradables, pues es eso lo que envuelve y cubre las mejores almas.
Comprender la naturaleza humana no es cosa de psicólogos. Es asunto de todos, pues se trata de estar con ella, no contra ella. Amarla, no condenarla.
Hay ambiciones mas grandes, más altas que gobernar un pueblo y obtener toda clase de halagos ficticios, interesados y aduladores. Existen muchas cosas mejores que el dinero.
La bondad es como el sol, y donde quiera que vaya el bondadoso encontrará caras radiantes y placer en los corazones. Sabemos que no es fácil estar alegres cada minuto del día (aunque sí se puede), pero cada persona lleva en su interior una sonrisa que cualquier acto bondadoso puede despertar y hacer aparecer.
Con bondad brotan el buen humor y el entusiasmo y ambas cosas embellecen a la persona y preservan su juventud.
