Por
Mario Góngora H.
El castigo más duro al que está expuesto el hombre, es al de no hacer nada.
Esta época en que una inmensa mayoría preferiría no trabajar, o en el mejor de los casos trabajar menos y ganar más, me trae a la mente una vieja historia que me fue contada hace muchos años por mi abuelo.
Se buscaba el castigo ejemplar para el asesino de un rey, y toda la corte deliberaba sobre cuál sería le mejor forma de hacer justicia. Después de mucho discutir, se decidió sentenciar al culpable a prisión perpetua condicionada a una inactividad absoluta, o sea, a no hacer nada por el resto de su vida. Solo se le permitiría comer y dormir.
Sin embargo, nadie podría describir la tortura de esa infeliz persona, a quien se le impedía, según su sentencia, seguir la misma ley de la naturaleza, a cumplir el destino del ser humano en la tierra. A ganarse el pan con el sudor de su frente y con el gozo de su corazón.
Su cerebro, sus sentimientos, sus músculos, sus ojos, sus oídos, todo debería paralizarse y mantenerse en absoluta inactividad. Pronto, su vida se volvió peor que la muerte. Los años, los meses, las semanas, los días los minutos y hasta los segundos se arrastraban para él lentamente. Envidiaba los trabajos forzados a los que estaban sentenciados otros presos, y también envidiaba hasta a las mismas bestias de carga. Si solo pudiera acabar con aquella inactividad….si solo tuviera algo que hacer. No pasaron muchos años antes de volverse loco y morir.
De las consecuencias de no trabajar, además de la afectación económica, tenemos los problemas psicológicos. La depresión es uno de sus primeros síntomas, luego se genera un estrés y una ansiedad, pues la inactividad contribuye a pensamientos negativos, lo que ayuda a provocar insomnio, lo que a su vez resulta en fatiga y letargo. Y luego, físicamente también se da un deterioro, haciéndose propensa la persona a la hipertensión y a la diabetes. Su sistema inmunológico queda prácticamente desactivado.
El no trabajar es una derrota para toda persona y el trabajar es una esperanza para pobres y ricos ya que es un medio de lograr nuestros anhelos. Nos proporciona la felicidad, que no puede encontrarse fuera de él. El trabajo es todo aquello que está por venir y al mismo tiempo es el responsable de todo aquello cuanto se ha hecho en el pasado.
El trabajo no es un castigo, sino una bendición. Castigo es el no hacer nada, el no trabajar. Es el que eleva el alma del hombre y es lo que nos mantiene a la hora de mayor necesidad. Es la esencia de la vida. Más pronto muere el que no trabaja que el que sí lo hace. La verdad es que nada preserva tanto la vida como estar vivamente interesados en ella. Los hombres perezosos desaparecen, mientras que los activos viven.
