Mario Góngora H.
Por
Cuando el ser humano desea algo en serio, puede conseguir prácticamente cualquier cosa.
El deseo con acción es lo que vale. Lo demás cuenta poco.
El hombre puede ser y obtener prácticamente lo que desee. Solo se requiere querer algo con
la suficiente intensidad para hacer cualquier cosa para obtenerlo. Si ambiciona mejor casa,
mejor automóvil, mejor educación, o mejor desempeño atlético, los tendrá. Algunas cosas
tomarán más tiempo que otras, pero las conseguirá si el deseo es proporcional al fin
perseguido y si no le faltan constancia, dedicación y determinación.
El día tiene únicamente 1,440 minutos para todos por igual, y es la manera como los
empleamos lo que decide el que logremos nuestros deseos, nuestras metas. Proponerse
triunfar sin retroceder ni perder la confianza en sí mismo, es un absoluto requisito. Es de
todos conocido, que el que tiene voluntad firme, consigue tarde o temprano lo que se
propone. Sin embargo, es imposible que el que tiene ideas de a centavo, realice proyectos
El día de hoy la gente tiene más deseos que satisfacer que antes y por lo tanto necesita más
dinero. Pero una cosa son las necesidades y otra los deseos por lo no necesario. Vestido,
alimento y casa son prioridades para muchos, pero para algunos otros lo son los lujos, los
autos finos, los banquetes, las joyas y las grandes residencias.
El ser humano entra en la modalidad de “aburrimiento” cuando no hay algo que le interese
vivamente. Para tomar un interés en algo, se necesita motivación, como realizar nuevos
proyectos, o algo que provoque entusiasmo. De hecho, el éxito humano se basa en las
habilidades de disfrutar, de trabajar de intentar lo imposible por el mero placer de luchar.
Todo depende de lo que decidimos pensar; por ejemplo, algunos se sienten ya viejos a los
veinte años, mientras otros son jóvenes a los setenta. Todo depende de su espíritu y para el
que posee tal espíritu, nada es imposible.
La fe más efectiva y sublime es la fe en nosotros mismos. Con el trabajo desarrollamos
nuestra mente y nuestro cuerpo y tonificamos nuestra alma y nuestro espíritu. Tenemos que
aprender a confiar en nosotros mismos.
Los lujos y los excesos enervan y matan, por eso muchos individuos, así como algunas
sociedades y culturas entran en declive. Lo que se gana en una generación, y la falta de
retos para sus hijos al tenerlo todo, se pierde en la que sigue. Muchas naciones han
desaparecido por eso. El individuo y el país que no tiene que trabajar porque sus padres los
enriquecieron, están perdidos. Luego encontramos algunos partidos y a los políticos que
mantienen, que no estando dispuestos a gobernar como es debido, deciden seguir
haciéndose ricos dejando a sus países a la deriva y en la quiebra.
Cuando realmente se desea algo, no solo se quiere o se implora algo, sino se pone manos a
la obra. Decir “no se puede”, no es resolver nada. Nunca hay que dejar morir a una
ambición moderada, alejada de la codicia.
