Por
Mario Góngora H.
La izquierda antigua, incambiable, con sus grandes paradigmas que le impide progresar, sigue hablando de igualdad, o sea, quitarles a los que tienen para dárselo a los que no tienen. Pero, dejemos a los que parecen saberlo todo, externar sus anticuadas teorías y hablar de igualdad, de Marx, de Lenín, o de lo que fue la ex Unión Soviética cuyo fracaso fue evidente.
Si vamos a hacer pan, no nos metamos a investigar sobre teorías profundas de fermentación, bacilos, unidades de calor, etc. Simplemente procuremos saber cuánta harina, sal, agua, levadura, calor y tiempo debemos emplear y en qué proporciones.
Tenemos que hablar de hechos y de métodos prácticos por los cuales cambiemos nuestra miseria por riqueza, nuestros pesares por alegrías, nuestras debilidades por fuerza, nuestro miedo por valor, nuestra desesperación por esperanza, nuestro odio de clases por amor, nuestra enemistad por amistad y nuestro egoísmo por caridad. Y en realidad esto va para todos. Así nos hemos dado cuenta. El PRI es corrupto, el PAN también lo hace, y ya ni hablemos del PRD y otras ramificaciones de la izquierda.
Ayudar a los pobres o mejor dicho, erradicar la pobreza, no es tarea fácil, y se requiere además de tacto y de las estrategias adecuadas. El paternalismo tan practicado por el PRI, tiene su lugar, si se le considera como el arte de enseñar a la ciudadanía a bastarse por sí misma y no como una máquina para destruir a unos por halagar a otros. El consentimiento y preferencia desbordada por una clase causa el mismo daño que el que se le diera a los hijos de familia, que a mayores mimos, más perjuicio se les causa.
El mejor medio de perjudicar una intención, la verdad o algún movimiento social es exagerándolos. Y el medio más seguro de desacreditar cualquier movimiento social es llevarlo a extremos torpes e ilógicos. Algunos movimientos sociales con un izquierdismo retrógrada, tiene tanto de socialismo como de baile algunos ritmos modernos. Es la insinceridad y la incongruencia en el vivir que nos trae la decepción.
La única forma de ser iguales en una sociedad es tener derechos y obligaciones, esta última, parte, es olvidada por algunos movimientos. Para tener algo, hay que dar en alguna forma, su equivalente. El que piensa que hay medios más fáciles para obtener dinero, que ganándolo con el trabajo honrado, ya sea delinquiendo y jugándola de ”pobre”, ha perdido el camino y difícilmente podrá salir de las zarzas.
En la antigüedad, la riqueza fue demasiado fuerte, agresiva y despiadada para someterse, y la pobreza demasiado débil y apática para responder con medios o métodos ordinarios, pero ahora ya van cambiando los papeles.
Las codicia tiene una injusticia y un interés propio que la vuelve peligrosa. Debemos desconfiar de ella aunque parezca razonable y adecuada.
