TIEMPOS DIFÍCILES

Por
Mario Góngora H.

¿Los tiempos son malos, el dinero es escaso, la vida es cara, los políticos son corruptos y la delincuencia va en aumento? Seguramente muchos pensarán que son tiempos realmente difíciles. Y lo serán si optamos por pensar de tal forma. Pero todo lo que consideramos difícil y adverso, en realidad se combina para darnos una serie de beneficios que van a dar a nuestros corazones y a la fortaleza de nuestros espíritus. Si fuera al revés, y que efectivamente estuviéramos obteniendo grandes ganancias económicas, el beneficio solo sería en beneficios de nuestra cuenta bancaria.

Ninguna esperanza debe morir por el solo hecho de encontrarse sepultada por las dudas y el miedo; solo tenemos que despertarla para que se cumplan nuestros planes y objetivos. Si algún día no podemos ver las estrellas es porque un nubarrón se ha interpuesto y las ha ocultado temporalmente de nuestra vista. Y así como los nubarrones, todo, tarde o temprano pasa, dejándonos ver de nuevo el firmamento.

En las familias y en las escuelas deberíamos poner más atención a la enseñanza de la paciencia, de la caridad, del amor y de la fe, tanto religiosa como no religiosa. Las matemáticas pueden venir después. En la mayoría de nosotros, ¿cuántas veces hemos tenido que aplicar el álgebra, la trigonometría y el cálculo integral? Probablemente ninguna. En cambio, ¿qué tan seguido necesitamos tener paciencia?; ¿con qué frecuencia necesitamos ejercer la caridad, la justicia y la compasión?. ¿Y la fe, tanto en nuestras creencias así como en nosotros mismos y en nuestros proyectos?

Podemos inclusive darle la bienvenida al sufrimiento, cuando logramos soportar una pérdida o una calamidad con estoicismo, sin que esto signifique insensibilidad, sino simplemente grandeza del alma. Quizá debamos aprender también cómo buscar la alegría en los tiempos difíciles.

Sería imposible que el ser humano pudiera vivir sin triunfos ni errores. Pero se trata de aprender algo de los errores cometidos para poderlos inclusive, convertir en triunfos. Si no lo intentamos, nos empezamos a deteriorar, como un pedazo de fierro a la intemperie.

Dejemos de quejarnos de nuestra mala suerte y pongamos todo nuestro empeño en lo que hagamos. Lo que pensemos hacer solo será un sueño si no probamos sus efectos, si no materializamos nuestros planes.

La única forma de luchar contra los tiempos difíciles es con valor, pues la influencia de un hombre valiente es un magnetismo que desarrolla una epidemia de entusiasmo en cuantos lo rodean.

Si somos libres, entonces tenemos nuestro sitio en el mundo y somos dueños de nuestros pensamientos y acciones y nada debe ser temido. El solo hecho de estar vivos es en sí, además de una gran bendición, un enorme placer.