“TODO CON TAL DE NO TRABAJAR”

Por
Mario Góngora H.

Pareciera que hay pueblos enteros que han tomado como lema esta afirmación. Son los que consideran su trabajo solo como un boleto de comida., y por lo mismo, son los que corren el peligro de quedarse con hambre.

Existen dos clases de satisfacciones para los hombres; una se relaciona con el trabajo, la otra con los hábitos de la pereza y la indolencia. La primera es una virtud, la segunda, un vicio.

La única manera de lograr algo o hacer cualquier cosa, es ir y hacerla. Si hay algo que nos disgusta en lo que debemos hacer, iniciemos precisamente por eso, que al fin, de todas formas lo tenemos que hacer, y así no nos angustiamos por horas por estar pensando en aquello que tenemos pendiente.

Cuando alguien habla de los esfuerzos por reducir las horas de trabajo, pienso que es una mala broma, mala fe de los políticos, o un simple engaño a la clase trabajadora por parte de la izquierda tradicional. Lo que necesitamos es trabajar más duro para combatir la miseria y poder llegar a la verdadera prosperidad. Los que trabajan con gusto para sí y para otros, son los que inyectan sangre roja a las arterias del país. Son los que sostienen la vida enclenque de los demás.

Creo que todos sabemos que el no hacer nada es un aprendizaje para hacer el mal.

La ambición de la gente de bien es no perder el empleo, a pesar de que cualquiera puede trabajar por siempre en un empleo mediocre, simplemente matando el tiempo y convirtiéndose en una oxidada máquina humana.

Debemos todos dejar de quejarnos de todo, de la mala salud, de la mala suerte, de la pobreza, del hambre. Mejor trabajemos y hablemos con gusto de nuestro trabajo. La mitad de la batalla está ganada cuando hemos adquirido el hábito del trabajo. De lo único de lo que tenemos derecho a quejarnos, es del gasto inútil, de las grandes obras donde pueda quedan plasmada la placa del gobernante en turno, de la destrucción de la historia de una ciudad, de la de no tomar en cuenta a los ciudadanos antes de gastar miles de millones de pesos en cosas inútiles. Sí, debemos quejarnos para que en lugar de estos gastos, el dinero mejor se invertido en obras de drenaje pluvial, en canalizar arroyos y ríos, en pavimentar calles que solo son de terracería actualmente….

Ayuntamientos como el de Móstoles, en Madrid, España llevan tiempo empleando a parados (sin trabajo) para la conservación y limpieza de calles y edificios públicos, entre otras tareas. Un ingeniero y voluntario forzoso declara: “Tal y como está todo, tengo que sentirme afortunado”. En nuestro país, un buen número, exigiría despensas, mas no trabajo.