ALEGRÍA Y BIENESTAR

ALEGRÍA Y BIENESTAR
Por
Mario Góngora H.

Lentamente hemos venido aprendiendo lo que ya muchos afirman, que la felicidad, así como los estados de alegría y bienestar, están dentro de nosotros mismos, y no en lo que otros consideran deseable.

El mayor bienestar se obtiene dando, más que recibiendo. Pero si solo deseáramos estar contentos y alegres la mayor parte del tiempo, sería sencillo de lograr, pero el problema está en que queremos, casi invariablemente, ser más alegres que los demás, porque pensamos que tienen un bienestar mayor al nuestro.

¿Y cómo sabemos si en realidad contamos con una verdadera alegría y un verdadero bienestar? Si contamos con un corazón contento y limpio y un carácter amable, podemos afirmar que tenemos bienestar. Si tenemos cierto grado de humildad y compasión por los demás, podemos decir que nos manejamos con alegría. Si pensamos generosamente de quien nos rodea, sentimos bienestar. Si somos modestos (sin perjudicar nuestra auto estima), nos sentiremos contentos y alegres con nosotros mismos.

El que cuenta con una alegría interna que le provoca un bienestar agradable, es enemigo de exhibirse, y se mantiene alejado de la vanidad y de la soberbia.

Son pocas las personas que realmente sacan el mejor partido de lo que poseen o de lo que son, ya sean ricos o pobres. En la ansiedad humana por acumular lo más posible para disfrutarlo en el futuro, se olvidan de estar contentos y satisfechos con lo que ya tienen. Sin embargo, nadie puede estar cien por ciento alegre todo el tiempo, así como nadie puede ser ciento por ciento infeliz y desgraciado.

Si en este momento y por voluntad propia, nos sentimos alegres y contentos, existen todas las posibilidades de que el día de mañana estemos igual, y hasta el mes entrante o todo el año.

No debemos perturbar nuestra alegría y el bienestar que sentimos al pensar en una miseria que probablemente nunca llegará, o que nunca viviremos lo suficiente para verla y sentirla. De hecho, si queremos estar alegres y contentos, con un bienestar interno agradable, debemos iniciar a partir de este momento, en donde estemos, sin esperar cambios de situaciones económicas, de trabajo, ni mucho menos políticas, que probablemente nunca nos lleguen. Si hacemos un pequeño esfuerzo mental de sentirnos alegres la mayor parte del tiempo, pronto olvidaremos que alguna vez conocimos la tristeza y lo que consideramos negativo de la vida. ¿Y cómo lo logramos? Simplemente actuando “como si” estuviéramos alegres, contentos y felices.

La alegría que se desperdiciamos a diario, bastaría para hacer feliz a toda la humanidad. Si solo supiéramos lo sencilla y barata que es la semilla de la alegría, la sembraríamos con más frecuencia. Esparcir la alegría y hacer el bien debiera ser nuestra razón para existir, nuestra única ley.