LA INDEPENDENCIA

LA INDEPENDENCIA
Por
Mario Góngora H.

Todos debemos empezar a celebrar no únicamente la independencia del país, sino la nuestra también. La de ayudarnos a nosotros mismos.

Bastarse y progresar independientemente de gobiernos corruptos vendría siendo la medida de cada individuo. La riqueza económica individual (bien habida) existe porque los que la formaron entendieron que nadie los iba a ayudar y tuvieron que valerse por sí mismos.

Los seres humanos somos como niños crecidos y los años no nos quitan el deseo de ser apapachados por mamá o papá. Por cada hombre que se basta a sí mismo en nuestro país, deben existir al menos diez que necesiten de la ayuda externa. De ahí, lo fácil que es comprar votos, tener el agradecimiento por despensas, pantallas de TV, y desear pertenecer a las huestes que forman parte de la corrupción de los partidos político.

El nacimiento físico, como rico o como pobre, no significa capacidad espiritual, por eso algunas tribus llamadas “primitivas” cuando uno de sus miembros llega a la edad adulta, practican algunas ceremonias que simbolizan el nacimiento espiritual y determinan la separación de padres e hijos. La ley de la vida nos dice que esta separación ayuda a que los jóvenes inicien su propia lucha para dejar atrás el peligro de seguir siendo niños. Probablemente lo peor que nos puede ocurrir en la juventud es perder ese privilegio de abrirnos el camino con esfuerzo propio.

Bastarnos a nosotros mismos solo significa crear una posición independiente de la influencia y el apoyo de extraños. Ayudando a una persona a bastarse a sí misma, nos dará su gratitud eterna.

Muchos de nosotros somos hasta cierto punto inválidos de una forma u otra, ya sea moral o física. De nada nos servirá convertirnos en objetos de compasión. Si ese es el caso, nada nos salvará. Seguiremos siendo parte de la manipulación política. La compasión ajena y la propia son los principales obstáculos para intentar valernos a nosotros mismos.

El que decide seguir dependiendo de dádivas de políticos y gobierno para levantarse, nunca lo logrará. No debemos esperar que alguien respire por nosotros. Pero si decidimos levantarnos, y luchamos y perseveramos, ni los envidiosos podrán detenernos.

Todos podemos recoger los restos de nuestra vida, por muy destrozada que esté y convertirla en un éxito.

Se dice que “el que no se cansa, cansa a la adversidad”, y así, los cambios de fortuna nos sirven para poner a flote nuestras virtudes, pero también nuestros vicios. Las circunstancias en la vida son como las estaciones, nos enseñan la virtud de la gratitud.

Nunca olvidemos que la verdadera independencia es “la capacidad de actuar, hacer y elegir sin intervención o tutela ajena. Es lo opuesto a la dependencia”.