EL PORVENIR
Por
Mario Góngora H.
Normalmente siempre hay una idea original como principio de todo gran proyecto y del enriquecimiento material del individuo.
Si el ser humano se hubiera encerrado dentro del estrecho campo de lo conocido, nunca habríamos llegado a saber la historia del universo (todavía sin completar) ni habríamos tenido los grandes inventos y descubrimientos con los que contamos hoy en día. Si no nos atrevemos a experimentar y a pensar diferente y atrevidamente, como recompensa recibiremos lo mismo que los demás.
Los grandes hombres del pasado y del presente son los que poseen inspiración y atrevimiento, los que ven hacia el porvenir, que investigan lo que el mundo necesita y encuentran mejores formas de hacer las cosas. Los que tienen fe en sus descubrimientos, en sus teorías y que corren los riesgos que pocos se atreven a correr.
Claro que muchos de estos hombres fallan ocasionalmente, pero ganen o pierdan siempre
respaldan sus proyectos con toda su entrega y toda su energía. Por eso son grandes y por eso el mundo les paga mejor, porque valen más para el mundo.
Para ver una realidad en el porvenir, la perseverancia en nuestros estudios, proyectos y acciones es elemental. En todas nuestras luchas, morales y físicas el que aguanta más, es el que persevera, el que llega al éxito.
Hacer de la persistencia un hábito para llegar a ese presente que deseamos en el futuro, es el hábito de la victoria. Si algo nos falla en el camino, por ningún motivo debemos considerarlo un fracaso. Es solo que el triunfo solo ha sido diferido un poco más. Nuestras aspiraciones nunca deben morir. Lo que cambia el cauce de un río no es una tormenta ni dos, sino la acumulación de aguaceros por cientos o hasta miles de años.
Pensemos que aún los pequeños granos de trigo descubiertos en excavaciones de tumbas del antiguo Egipto, esperaron su turno para germinar al ser sembrados, algunos, después de miles de años. Esperaron con fe a que llegara su día y muchos siglos después dieron fruto, como lo hubieran dado siglos antes al ser sembrados No pensaron como algunas personas diciendo “ya estoy viejo” o “ya pasó mi tiempo”.
La inconsistencia nos priva poder ver hacia el porvenir; y pudiéramos decir que es la pereza misma. Es común que iniciemos algo con gran entusiasmo y al poco tiempo cansarnos y dejar todo a medias. Esto acaba con la visión que tenemos sobre nuestro porvenir. No es iniciar algo lo que más cuenta, sino terminarlo.
Cuando iniciemos algo, cualquier cosa, perseveremos en ella sin pensar en las dificultades y menos en el fracaso. No olvidemos que la paciencia es la llave de llegar a la gloria. De esto depende nuestro porvenir.
