LA MENTIRA Y LA VERDAD

LA MENTIRA Y  LA VERDAD

Por

Mario Góngora H.

López Obrador es el Presidente que mas le ha fallado a su pueblo con la base del populismo: la mentira reflejada ampliamente en su informe. El hábito de decir siempre la verdad es en realidad la base para ser un verdadero hombre; es el triunfo del alma sobre el cuerpo.

Aunque lo que es verdad puede variar de persona a persona, la verdad es la que, si está apegada a los Principios Universales, une o aglutina a la sociedad. Sin ella, la sociedad fallece y se disuelve en la anarquía y el caos, donde las minorías del lado del mal como actualmente tenemos a los seguidores del movimiento lopezobradorista, se apoderan de todo, desde la individualidad de la persona hasta de la paz de las mayorías.

Así como un hogar no puede subsistir en la mentira, tampoco una nación lo puede hacer con mentira tras mentira en las mañaneras. Nada justifica el sacrificio de la verdad, la que debe imperar en todas las relaciones en la vida.

De todos los defectos humanos, es probable que la mentira sea las más cruel y despreciable.  Normalmente procede de la perversidad y el vicio, y en otras ocasiones, simplemente de la cobardía moral y ética como la de López Obrador. Sin embargo, es tomada tan a la ligera que una persona puede pedir a sus propios hijos que mientan por ella. No pasa mucho tiempo, antes que aquellos hijos adquirirán también el hábito de la mentira y el engaño. La vestimenta del hombre de bien, debe ser el pensamiento honrado y ético.

La mentira toma muchas formas, ya sea cuando se usa para no ofender;  para terminar una discusión o simplemente por inmoralidad. Se introduce en todas las clases sociales. Algunas veces toma la forma de escudo o para hacer parecer algo que no es; para impresionar a los demás. La verdad puede ser torcida, encogida y ocultada para evadir las consecuencias de expresarla con claridad. La mentira puede recortar la verdad o la puede exagerar para acomodarla al gusto personal del presidente y sus seguidores.

En ocasiones, la verdad se disfraza de engaño. En otras ocasiones se restringe cuando tenemos la obligación de expresarla, o cuando sufrimos de una ambivalencia diciendo o apoyando la mentira y la verdad simultáneamente.

Sin embargo el que acostumbra a no decir la verdad, tarde o temprano solo se engaña a sí mismo. Normalmente no transmite confianza e invariablemente fracasa constantemente. Otros se atribuyen méritos que no tienen. Pero el hombre que habla con la verdad, al contrario, es modesto y nunca pone en exhibición sus logros. La vanidad no existe para él.

El hábito de decir siempre la verdad es en realidad la base para ser un verdadero hombre. Es el triunfo del alma sobre el cuerpo, pues decir la verdad requiere del auténtico valor que se requiere para aceptar las propias faltas y los propios errores. Son pocos los que logran esto, pues normalmente le echamos la culpa a los demás de todas nuestras desdichas y fracasos, de todas las cosas malas que nos pasan, sin saber que nosotros somos los únicos responsables.

La definición de verdad todavía está en debate entre teólogos, filósofos y lógicos pero en términos simples, es una realidad trascendental y en ocasiones espiritual.