EL ARTE DEL TRABAJO

EL ARTE DEL TRABAJO

Por

Mario Góngora H.

Si bien, querer trabajar es considerado por la 4t como “aspiracionista”, porque al hacerlo tenemos la “esperanza” de estar mejor, en realidad el trabajo es un placer.

Cuando desempeñamos el trabajo con el mayor de los gustos, podemos afirmar que se convierte en una obra de arte. Arte es la expresión del gusto, del placer y del sentido de trascendencia que encontramos en hacer algo que vale la pena.

El trabajo que desarrollamos solo para comer no nos deja ninguna satisfacción. Sin embargo, cuando lo hacemos por una noble ambición, nos da placer, grandeza y el sentido del honor y salir de la pobreza.

El trabajo que nos deje más dinero no necesariamente es el que nos guste más, sin embargo, podemos ganar lo suficiente si hacemos lo que nos gusta. Lo que desempeñemos por gusto siempre tiene tintes de excelencia.

En ocasiones podemos pensar que cuando no hacemos nada estamos descansando. Pero esto no necesariamente es la realidad. Cuando el trabajo se convierte en un arte, el placer de hacerlo nos llama a continuar trabajando aún cuando no tenemos que hacerlo. Nuestra mente y nuestro cuerpo se convierten en uno, como debe ser, cuando lo hacemos con plenitud.

Es común en el ámbito político, sobre todo por agitadores de la  4t, quieren hacernos creer que cuando trabajamos para alguien más, para alguna empresa, estamos trabajando para otro; que el otro es el que gana a nuestra costa; que las utilidades las tiene la empresa y no nosotros; que somos explotados y esclavos del capital. Sin embargo pronto nos damos cuenta que en realidad trabajamos para nosotros mismos, y que con ello construimos nuestra propia vida. Si cuando trabajamos para alguien más, todo lo hacemos como si el negocio fuera nuestro, es inevitable progresar.

Con frecuencia no estamos conformes con lo que ganamos. Casi nadie lo está, ni el que gana el mínimo, ni el que gana mil veces dicha cantidad. El patrón tampoco lo está. Los impuestos, los prediales, el Seguro Social, etc. son motivo de  constante inconformidad.   

Lo que en  México tenemos que repartir no es “la riqueza”, sino el trabajo. El trabajo bien realizado es lo único que nos puede salvar. El trabajar sin un plan, sin entusiasmo siempre es un fracaso. Sucede en la industria, en el campo, o en cualquier otra cosa.

La riqueza del país no está en cuánto dinero tiene, ni el las tierras ni en el petróleo, ni en las minas, ni el los bosques. Está en cuán bien trabajamos, en que tan bien nos sabemos bastar a nosotros mismos. Pongamos toda nuestra fe en nuestra capacidad y todo nuestro amor en el trabajo, y hasta los desiertos se convertirán en un vergel. Desafortunadamente nadie de la 4t comparte estos principios.