LA ESCUELA Y NUESTRO DESEMPEÑO

LA ESCUELA Y NUESTRO DESEMPEÑO

Por

Mario Góngora H.

Actualmente al mundo no le importa tanto lo que sabemos, sino qué somos capaces de hacer y de lograr. Lo importante es poder aplicar nuestros conocimientos en la vida práctica y cuyos resultados sean efectivos y útiles.

Cuando uno sale de la escuela, solamente está preparado para iniciar un verdadero aprendizaje. Una realidad, es que por mucho que estudiemos, nunca podremos aprenderlo todo. Podemos saber mucho de algún tema y ser completamente ignorantes de otro. Podemos tener nuestra casa tapizada de diplomas  y no saber de muchas otras cosas, aunque esporádicamente podemos encontrar quien dice saberlo todo, de todo.

Tener una mente “elevada” y ninguna conciencia es no tener educación, pues la verdadera educación es la que desarrolla nuestra vida en todos los aspectos. Toda la llamada educación que no contribuye a nuestra felicidad es un fracaso.

Si en realidad supiéramos de todos los dones y talentos con los que hemos sido dotados por la creación, nos sería fácil ponerlos en acción. La manera más segura de mejorar nuestros conocimientos, es encontrando nuestra verdadera vocación.

Aquel que es una nulidad porque le faltan facultades, resulta ser toda una potencia en lo que resulta ser su vocación. La mayor parte de nuestros fracasos se deben a que estamos fuera de lugar.

Todo mundo, desde niño es un tesoro de posibilidades. Y de adultos, nos topamos regularmente con el hecho que todavía, a pesar de los años, podemos lograr infinidad de cosas. El fin que debiera tener toda escuela, no es otorgar conocimientos, sino la enseñanza para despertar las facultades con las que cada quien cuenta, y enseñar al niño el uso de su propio espíritu. No basta solamente la cabeza, se necesita también el corazón, con más influencia en nuestra vida, energética y sentimentalmente hablando, que el mismo cerebro.

Para incrementar nuestro desempeño, no solo debemos aprender en la escuela lo de siempre, sino  debemos aprender a crear, desarrollar y hacer cosas nuevas. Poder llegar a entender que el elíxir de la juventud no está en el consumo de drogas o vitaminas, sino en contar con nuevas ilusiones en nuestra alma y en nuestro corazón. Sin embargo, la verdadera educación, en realidad, es saber educarse uno mismo. Nuestro  desempeño en la actualidad, es afectado por la educación que se nos dio y se sigue  dando en las escuelas, siendo ésta responsable  por los problemas económicos, políticos y sociales que vivimos.

El fin de una escuela es enseñar a ganarse la vida, para luego hacer una vida digna de ser vivida. Depende del carácter que haya formado, y de la fuerza mental que haya motivado en sus alumnos, aunque siempre será la responsabilidad del alumno su propio éxito individual. La educación tiene varios objetivos importantes, entre  ellos, enseñarnos a ganarnos la vida, así como enseñarnos a tener fe en nosotros mismos; y luego la satisfacción de hacer  lo que nos gusta.  Tienen que predominar en nosotros las cualidades mentales necesarias para aumentar nuestra confianza y nuestro ánimo. Vencer los pensamientos que nos hacen pensar en ser miserables y sentirnos menos.