LA INTOLERANCIA
Por
Mario Góngora Hernández
Según mis observaciones, el partido político más intolerante es el que va por el nombre de Morena. Y vuelvo a afirmar que más “peligroso” que López Obrador, son algunos de sus simpatizantes. Su fanatismo de izquierda los lleva a pensar que su candidato es el que realmente será el salvador del país, como si una sola persona lo pudiera hacer.
Todo lo que una persona opine y demuestre de su candidato, López Obrador, es “guerra sucia” y lo que ellos afirmen es por supuesto “guerra limpia”. Afirman que “en México no hay izquierda”, y no les interesa siquiera “abordar si el partido Morena incita o no a la violencia”, sino que su candidato será un demócrata-cristiano sin acepciones religiosas ni espirituales” pero que a nadie se le ocurra rebatir esta opinión que dan por hecho. Y todavía se atreven a decir que con él, habrá, respeto a las libertades, economía mixta, fraternidad, equidad, y hasta amor”
Démosles pues una pequeña lección sobre algo que no tienen: la tolerancia y por tal cosa nos demuestran la falta de una importante libertad, la de expresión. ¡¡Imagínense el futuro!!
La cualidad más importante y grande que puede poseer el hombre (y la mujer, claro) es la tolerancia. Esta es la virtud que nos permite ver las cosas desde el punto de vista ajeno. Es la generosidad que concede a otros el derecho de sus propias opiniones y a sus propias peculiaridades. Es esa grandeza que nos capacita para dejar que otros sean felices, cada quien a su modo, en vez de serlo al deseo y modo nuestro.
Todo lo malo que se puede decir de alguien, persona o partido, ha sido dicho ya y me gustaría pensar que todos reconocemos nuestros defectos. Sin embargo tenemos que darnos cuenta que el mundo no es mejor ni peor que en toda la antigüedad. Si leemos la historia romana, a filósofos chinos de antes de Cristo como Sun Tzu, Mo Tzu y Chuang Tsu, descubrimos que muchos de sus pasajes se tomarían como hechos actuales.
Es muy peligroso tener como dogma a un simple ser humano que nos convence con su retórica y con sus promesas populistas. Los fanatismos políticos y religiosos son ambos provocadores de un grave deterioro social, así como un gran estorbo para el progreso.
A medida que el ser humano puede cambiar sus pensamientos sobre sí mismo, sobre otras personas y sobre otras cosas, los hombres y las cosas cambian también parar él.
