EL TEMOR

Por
Mario Góngora H.

No temamos intentar ser decentes cuando a nuestro alrededor todo parece estar lleno de corrupción. Tampoco temamos ser perseverantes cuando nuestro futuro ha ido desapareciendo con cada día que pasa; ni ser firmes cuando todo parece estar en contra nuestra.

El temor no ve un faro en el mar y se convierte en aquella roca donde muchos encallamos. El temor, cuando se apodera de nosotros, nos hace perder el juicio, como una brújula engañada por un imán.

Y quizá gran parte de lo que pasa es meramente una profecía auto cumplida, esto es, la profecía que se autorrealiza, la cual es al principio una definición “falsa” de la situación que despierta un nuevo comportamiento, que hace que la falsa concepción original de la situación se vuelva “verdadera”. Como al Job bíblico, aquello que temamos vendrá de seguro sobre nosotros, y todo, de una actitud mental equivocada. Por medio de dicha actitud ponemos en movimiento una serie de acontecimientos que terminan negativamente con cada individuo. Si en verdad creemos que algo sucederá, seguramente que así será.

El peligro que vivimos actualmente es muchas veces inminente, pero también predecible. Si nos concentramos en vivir lo que se llama “la conciencia situacional” que significa “saber lo que ocurre para poder figurarse lo que se debe hacer”; o definida de forma sencilla: “lo que se necesita para no ser sorprendido”, tenemos más posibilidades de sobrevivir. Intuición y sentido común son las bases para poder prevenir situaciones peligrosas. Debemos todos confiar en nuestra intuición, que es algo así como un presentimiento, algo que nos dice que en esto o en aquello, algo no anda bien.

“El temor es algo natural provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva del miedo natural al riesgo o a una amenaza, el cual sufrimos humanos y animales”. Sin embargo, puede ser moderado y positivo si lo utilizamos precisamente para estar más concientes de nuestros alrededores.

El miedo modifica nuestra forma de ser. Las consecuencias del miedo pueden ser muy diversas, pero una exposición repetida a los estímulos que causan miedo puede provocar cambios duraderos en la conducta, los sentimientos y el funcionamiento normal de una persona, ya no digamos en el aspecto salud, al deprimirse nuestro sistema inmunológico. Al presente ritmo, la sociedad cambiará sus relaciones con los demás, salvo que nuestra capacidad de adaptación nos haga coexistir con el temor, cosa que no será nada fácil.