EL PUEBLO TIENE PRECIO
Por Mario Góngora Hernández
El mal no está en que una minoría sea la que vote. Esos pocos votos a la hora de decidir quien ganará, son tan efectivos como los de la población entera. Lo único que nos falta es elegir bien.
Tal como la política se ve desde afuera y desde adentro también, para ganar, no se necesita más que conocer las trampas y los fraudes de siempre; y desconocer las mentiras. Pero lo peor es que cuando uno escucha a la población hablar sobre sus derechos, uno puede pensar que harían cualquier cosa, terrible inclusive, si alguien tratara de restringírselos. Pero luego, en la vida real, en la práctica, encontramos a esas personas dóciles, el pueblo “bueno y sabio” aceptando cualquier cosa o persona, e inclusive adulando a detestables políticos con una esperanza de ser reconocidos también dentro de los elegidos para que les haga “justicia la revolución”
Nadie tiene derechos cuando no los mantiene en vigor. El conformismo y la docilidad, acaban con el criterio individual, con la hombría, con la valentía, con el valor, con sus Principios y con sus valores.
Todos nacimos libres como las aves, pero para poder convivir, hemos dejado que nos metan en una jaula llenas de leyes para ser aplicadas solamente a los opositores, a los críticos de los malos gobiernos. Y lo peor, los que no tienen la voluntad y los valores para corregirse a sí mismos, son los que piden y aplican las leyes a los demás. Si no se le entrega el alma al partido oficial, tampoco se tiene derecho a corromperse. Hay que adular, hay que hacer méritos…
