POBREZA Y RIQUEZA

POBREZA Y RIQUEZA

Por

Mario Góngora H.

Los pobres en su necesidad, ambicionan muchas cosas,  pero más lo hace la avaricia de los que mucho tienen. Cuando no tenemos riqueza económica, la deseamos, y el que la tiene vive en la inquietud de perderla y de protegerla. Casi nunca vive tranquilo. Un Presidente que nada ha hecho, acusa hasta los niños enfermos de cáncer de golpistas, que lo quieren derrocar.  Para el que la tiene y la pierde, es el fin del mundo. Eso le da pavor a Obrador.

De alguna forma, el “éxito” significa dinero. Estamos hipnotizados con la idea de que venimos a este mundo solamente a eso, a hacer dinero, a ser ricos. Y cuando nos entregamos en cuerpo y alma a esa lucha de lo material, perdemos toda perspectiva, nos preocupamos tanto por ganarnos la vida “exitosamente” que nos olvidamos de vivir. Pero, ¿vale la pena este juego en el que estamos empeñados en ganar?  Y el que ocasionalmente llega a ganar el juego, pronto descubre que en esta vida no hay cosa propia.

Es muy interesante el comportamiento observado en las casas de juego. Cuando el apostador gana, no se detiene sino hasta perder, y cuando pierde, busca desquitarse, esperando poder seguir ganando…y sigue perdiendo.

Otro interesante fenómeno es que el que ha caído en la avaricia sigue haciéndose rico aparentando pobreza, y el gastador y despilfarrado se empobrece aparentando riqueza.

Nuestra confusión está en que pensamos que el dinero puede suplirlo todo, comprarlo todo, y que la felicidad está en tener el mayor dinero posible.

El dinero en muchos casos nos puede proveer de algo: de adulación, de la cercanía de falsos amigos, así como de una vida vacía. Es de preguntarse si todo el tiempo y esfuerzo invertido en acumular dinero, pronto enferma al individuo, o si el tener dinero lo convierte en un ser temeroso que lo transforma en una persona enfermiza. Mejor ejemplo, ahí tienen al Presidente.

Podría atreverme a decir que la mayor y mejor posesión que tenemos, somos nosotros mismos. Aunque sí existen hombres con la suficiente grandeza y control para ser amos de sus fortunas, casi en todos los casos se convierten en esclavos de lo que tienen. ¿Alguna vez nos hemos preguntado qué hacemos con lo que tenemos, en qué contribuye a una mejor sociedad, o a ser mejores personas?

En general, lo que el dinero en exceso puede darnos, no es felicidad ni tranquilidad, sino únicamente poder material que regularmente se vuelve contra nosotros si no somos inteligentes en su uso.

Todos sabemos que las mejores cosas en el mundo ni se compran ni se venden. El dinero nunca ha podido monopolizar las cosas buenas y bellas de la vida, mucho menos las cualidades de los buenos corazones. Quien se contenta con lo que tiene, rara vez se equivoca. Es el millonario que cuando viene a menos acaba por darse un tiro en la cabeza.

Si tenemos lo que nos satisface, ya tenemos tanto como el que más.