Por Mario Góngora H.
Así como celebramos el “día de los muertos”, el mundo debería lloran la muerte de las naciones, que por su negativa a cambiar, han dado o se encuentran próximas a dar el paso al abismo de su propia extinción. México está por dar ese paso. Actualmente se ha convertido en un zombie, tan de moda en la actualidad.
Los peligros para muestro país no se encuentra en la amenaza de alguna nación extrajera de alguna parte del mundo. Ahora el mero poderío y superioridad militar no pueden lograr un triunfo total sobre algún país, por muy débil que parezca.
El verdadero peligro no está en el exterior, lo tenemos dentro. Si hemos de ser destruidos como nación libre, nuestra destrucción la haremos desgraciadamente nosotros mismos, como de hecho lo hemos venido haciendo ya por algunas décadas.
Si no cambiamos de vida, nuestra muerte será a causa del suicidio. La falta de respeto a la vida, a la propiedad, a los derechos mas comunes del hombre junto con el imperio de las pasiones más degradantes de nuestra historia, pueden hacernos temer por el futuro.
Un gobierno no debe ser débil, pues si lo es, no podría gobernar, pero tampoco debe ser tiránico, injusto, impune y prepotente como lo ha venido siendo el actual gobierno estatal, y como apunta a ser el federal, porque si bien seguirá siendo apoyado por sus aduladores, le seguirá faltando la estima de las mayorías, la cual está basada en que el gobernante se haga temer por los malos y se granjeé la confianza de los buenos. Actualmente es exactamente lo contrario.
Un estado y una nación que alienta la formación y desarrollo de facciones que promueven la discordia, y de grupos de apoyo con un alto costo económico a través de empleos ficticios, dádivas, regalos, promesas, favoritismos o expectativas de obtener favores, etc., tarde o temprano tendrá que perder el respeto del pueblo en general. Promueven de hecho, la degradación del ciudadano.
Ya que no tenemos gobernantes que realmente, como buenos líderes, nos muestren el camino a seguir y que prediquen con el ejemplo, necesitamos ciudadanos emprendedores, capaces de avanzar a pesar de todos los obstáculos y de dominar las circunstancias. Hombres que tengan fe en sí mismos y en su propia habilidad para desarrollar sus talentos. Que tengan la visión de una nación grandiosa. Estoy seguro que la patria sabrá reconocer el advenimiento de los guías que nos muestren el camino de un mejor porvenir, con prosperidad y paz.
¿Queremos contrarrestar un mal gobierno? Entonces dejemos de ser flojos y apáticos, envidiosos; estudiemos, pero no con maestros revoltosos que temen el ser evaluados, y dejemos de ser ignorantes. Tengamos menos avaricia, más carácter, menos vicios, menos mala fe. Tengamos más solidaridad, más energía, más amor al trabajo, mas disciplina, más lealtad, mas conciencia de nuestras obligaciones y sobre todo, sepamos hacer valer nuestros derechos.
