FORMARNOS A NOSOTROS MISMOS

FORMARNOS A NOSOTROS MISMOS

Por
Mario Góngora H.

El ser humano es capaz de formarse a sí mismo paso a paso, modificando o cambiando su carácter, su conocimiento, su pensamiento e imaginación creativa, y generándose entusiasmo. De hecho, muchas virtudes pueden ser adquiridas por medio del modelaje (copiando lo que hacen las personas de éxito) y el hábito de razonar con precisión, por la disciplina mental y el estudio profundo; desaprendiendo y volviendo a aprender.

Es importante desaprender para poder crecer y construir nuevos paradigmas. Para que se desarrolle la creatividad, hay que desaprender sobre lo establecido, lo que siempre hemos creído, desprenderse de las ideas y juicios adquiridos anteriormente; desaprender cuáles son los límites, y sólo así, podremos partir de cero, sólo desde ese momento estaremos preparados para que empiecen a surgir las nuevas ideas. Para poder asumir ciertas enseñanzas hay que empezar por desaprender lo aprendido

Un reflejo de haber iniciado un cambio en nosotros mismos, es el haber logrado tener una gran imaginación, el tener tacto para decir y hacer las cosas, el tener el conocimiento y el entusiasmo necesarios para lograr casi cualquier cosa.

La forma de ser de cada uno de nosotros obviamente es notoria ya sea porque mientras un hombre se distingue por su modestia, otro se pude manifestar por su soberbia. Mientras uno se manifiesta por su humildad, otro por ser presuntuoso. Cuando la modestia es auténtica, no existe forma más potente para mostrar la verdadera personalidad.

En la auto formación, podemos ser suficientemente modestos y humildes para hacer del arte algo grandioso; en la literatura hacer de nuestros escritos algo digno de leerse; y en la sociedad, lograr una popularidad auténtica.

Para progresar quizá lo más básico es tener la mente abierta, “la taza vacía” para cuando la verdad toque a nuestra puerta, poder aceptarla, apoderarnos de ella y utilizarla para el engrandecimiento de la sociedad y de nosotros mismos. Nos ayuda a pensar libremente y obrar conforme a nuestra propia conciencia e inteligencia. Para infundir nuestras propias ideas en los demás en lugar de convertirnos en simples seguidores.

Así como en una construcción una piedra se apoya sobre otra, en nuestra vida, una acción descansa sobre otra hasta hacer de nosotros lo que somos en la actualidad. Lo que hacemos, es la prueba de lo que en realidad somos, de lo que pensamos.

Con tantas limitaciones, diferencias y paradigmas que tenemos los seres humanos, quizá la forma más efectiva de formarnos y ser exitosos en el intento, sean las palabras de Alvin Toffler: “Los analfabetos del siglo XXI, no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender lo aprendido y volver a aprender.”