GRANDEZA Y GENEROSIDAD

Por
Mario Góngora H.

Se dice que nunca llegará al Cielo aquél que lo quiere solo para sí. No se trata solamente de cómo ser grandes, sino de cómo ser generosos. Se trata de que si estamos en lo alto, tenemos que ayudar a que nuestros semejantes puedan llegar a donde estamos.

Ayudando al necesitado (y no se trata solamente de dinero) es lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. El sentimiento de fortaleza se desarrolla teniendo alguien a quien ayudar y proteger. Los mejores recuerdos son de aquellos favores que hemos recibido, no de los que hemos dado. Aquel que se envuelve en sí mismo forma un bulto demasiado pequeño. Como muchas otras cosas buenas, la generosidad es un hábito que puede adquirirse y que vale la pena poseer y conservar. Todas nuestras buenas acciones producen frutos y buenas semillas.

Todos recibimos grandes lecciones de los más necesitados. Normalmente son ellos los más esperanzados. Y siendo todos los extremos malos, es mejor no ser ricos y gastar el último peso generosamente, y no un millonario dominado y trastornado por su excesiva ambición y codicia.

La única ventaja real de tener grandes cantidades de dinero es cuando con tal fortuna se puede causar un mayor bien.

Aunque en la actualidad muchos piensan que se puede amar a alguien por su dinero, la realidad es que los que son realmente amados, llevan algo en su corazón y en su espíritu, lo cual pude ser visto por aquellos que se asoman a él. Los verdaderamente ricos son aquellos que obtienen felicidad compartiendo sus últimos billetes.

Lo que no tiene límite alguno, son las cosas del corazón y de la mente. Las cosas materiales no constituyen riqueza alguna. Mientras no razonemos esto, las injusticias y las desigualdades no cambiarán.

Muy seguido tengo la oportunidad de ver ricos atormentados por el mero pensamiento de perder algo, y también a pobres satisfechos y confiados viviendo día a día.

La generosidad también debe existir para con uno mismo pero en forma conservadora. Satisfagamos todos aquellos nuestros deseos en forma razonable. A veces nos privamos de algo y vemos que en nuestro acto existe cierta nobleza, pero al mismo tiempo sentimos algo de incomodidad y pesadumbre. Para satisfacer todo deseo conveniente, éste debe transformarse en felicidad y dicha saludable. Como ya sabemos, todo exceso es malo.

Poseer todas las riquezas del mundo, pero ser egoístas, así como llevar una vida parasitaria no es alcanzar el éxito. Vivir consiste en gozar de la vida ayudando en nuestras posibilidades a quien lo necesite. En hacer algún sacrificio por los demás y no hacer un dios del dinero. Para ser grandes y generosos, tenemos que inclinarnos a dar y compartir por sobre el propio interés o la utilidad. Se trata de una virtud y un valor positivo que puede asociarse al altruismo, la caridad y la filantropía.