EL PROGRESO SOCIAL
Por Mario Góngora Hernández
Si pensamos en un verdadero progreso social, este re realizará, no por destruir el sistema capitalista, sino por su desarrollo y mejoramiento. La República Popular China, que por tantos años combatió “el imperio”, a los “fascistas” y demás, lo adoptó y pasó a ser prácticamente la que ahora controla el mundo en los aspectos productivos y comerciales, casi en todo, en menos de una generación.
Estamos en el amanecer de una época en que para sobrevivir y prosperar, tendrá el capital que adoptar una política favorable a lo que la mayoría necesita. Si no lo hace, también deberá atenerse a las consecuencias. El progreso social demanda que cada ser humano tenga acceso a una porción razonable de la riqueza, sin que prohíba a nadie el aspirar a tener más, siempre que lo trabaje, y que lo obtenga por medios lícitos.
Que los gobiernos declaren que ya acabaron con la pobreza por haber repartido despensas, , tarjetas, despensas, mucho dinero o que esperen que los más necesitados “vengan con propuestas de negocios” es realmente criminal.
Los hombres se descalabran y se matan por quitarse los unos a los otros cualquier cosa, normalmente algunas migajas, habiendo cosas buenas de sobra para todos y que las podemos tener con solo voltear la vista a donde están. Todos podemos, si quisiéramos, ver las múltiples oportunidades en todos lados.
En verdad, ninguna semilla germinará porque se le urja, se le amenace, se le castigue, o se le de una orden por decreto. Si le proporcionamos humedad, calor, buena tierra, la plantemos bien y le tengamos paciencia, la semilla germinará.
Ya hemos visto como funcionan los gobiernos de izquierda, de derecha y de en medio respecto al progreso social. Podemos estar seguros que las empresas comerciales e industriales son por mucho más poderosas que la estructura y que la maquinaria política para llevar a cabo las reformas sociales necesarias. Básicamente porque dominan la producción, la distribución y el consumo. Pero dicho progreso social se hace nulo cuando es dirigido por mentalidades que aunque bien intencionadas, están mal preparadas. Es como cuando un capitalista introduce en sus negocios (voluntariamente o por decreto gubernamental) toda clase de proyectos comunistas y termina en quiebra. Se convierte en un enemigo del progreso social a pesar de sus buenas intenciones. Esto lo podemos ver actualmente en Venezuela. Si un sistema capitalista falla, es porque tiene malos capitalistas, corruptos y codiciosos, así como gobernantes codiciosos y ultra corruptos que se engolosinan en el despilfarro. Sin embargo, dicho despilfarro tarde o temprano acaba con todo progreso. Se roba no solo el dinero, sino el carácter, la fuerza, el tiempo y la habilidad de aprovechar más oportunidades por parte de algunas empresas y empresarios.
En lugar de cobrarle más impuestos a los millonarios, más nos valdría requerírseles crear más empresas y otorgar más empleos. De otra forma, los impuestos solo se usarán para comprar más votos y hacer más pobres “con esperanzas”.